Este es un libro fascinante sobre economía informal, actividades de maras, negocio de drogas y pobreza. El libro es el producto de la investigación sociológica-etnográfica que el autor, Sudhir Venkatesh, realizó en lo que en Estados Unidos se conoce como "the projects." Los proyectos - la traducción literal - son conjuntos habitacionales subsidiados por dependencias del gobierno. El estudio se enfoca en el proyecto llamado Robert Taylor, uno de los más grandes en la ciudad de Chicago. La población que habitaba el proyecto (éste fue demolido hace unos años) era el equivalente al de una cuidad pequeña. Sudhir paso al rededor de 6 años visitando frecuentemente el proyecto, se hizo amigo del líder de la principal mara del área (los Reyes Negros), presenció balaceras, e incluso fue líder de la mara por un día.
Sudhir inicio sus visitas al proyecto mientras era estudiante de doctorado en sociología en la universidad de Chicago. Su amistad con los principales líderes del proyecto le permitieron tener acceso a información que quizá nunca antes había sido pública, como por ejemplo, los registros financieros de la distribución de cocaína.
El libro es fascinante y se ha convertido en uno de mis favoritos. Es un ejemplo de la complejidad y la maravilla de hacer trabajo etnográfico. Hay tres libros me que han hecho apreciar el valor de la investigación etnográfica: “Extraño y amigo: La manera de ser de un antropólogo,” de Hortense Powdemaker; “El Dinero no tiene olor: Africanización de la Ciudad de Nueva York”, de Paul Stoller. A estos dos libros que han tenido una gran influencia en la manera que veo las ciencias sociales, y la economía en particular, se suma este libro del que escribo hoy.
La vida del etnógrafo en el campo es compleja, especialmente porque sus emociones se mezclan con su objeto de estudio, es imposible ser imparcial. Sudhir lo dice claramente cuando el líder de la mara le advierte:
’O estás conmigo o estas con alguien más.’ En este mundo no había nada que pudiera ser neutral, por mucho que los preceptos académicos digan lo contrario.
El libro ofrece un gran menú de interesantísimas experiencias e ideas. Por ejemplo, el mundo de una mara y el mundo de una corporación como McDonald’s son idénticos (esto lo explica Steven Levitt en un video de TED). En ambas organizaciones hay ejecutivos en el tope de la jerarquía que pueden ganar 200 o 400 mil dólares al año (incluso millones, por supuesto); en el otro extremo, los distribuidores de a pie llegan a ganar salarios por debajo del mínimo. Conceptos como franquicia, incluso fusiones y adquisiciones aplican muy bien en las operaciones de las maras.
Quizá la parte que más me impresionó es la manera en que las maras se convierten en mecanismos que generan y hacen cumplir leyes informales. Esto hace pensar en la situación de las maras en México, Guatemala, El Salvador, etc. Si los resultados de Sudhir pueden generalizarse de alguna manera, las maras existen debido a incentivos económicos (obviamente rodeadas de una gama compleja de fenómenos sociales), y llenan vacíos institucionales, sobre todo cuando la policía no cumple su función. Al igual que en muchas partes de Latinoamérica la policía es más temida que bienvenida, y este fenómeno se da también en las jurisdicciones de los proyectos. Sudhir cita al “gerente” de los Reyes Negros:
Una economía de drogas, me dijo, era ‘útil para la comunidad’ ya que esta redistribuía el dinero de los adictos hacia la comunidad en forma de la filantropía de la mara [si, responsabilidad social empresarial?]. [Las itálicas son mías].
Hemos sido testigos de la alta criminalidad y violencia en Guatemala y México, este libro presenta la perspectiva de la distribución en US. Aunque el estudio de Sudhir se hizo hace más de 10 años, durante el pico del consumo y comercialización de crack y cocaína en Chicago, el libro describe la dinámica social y económica alrededor de la distribución de drogas. Obviamente una buena parte de las ganancias de este negocio, que se extiende desde los proyectos en Chicago hasta la selva Amazónica y del Putumayo en Colombia, se quedan en US.
El libro es también valioso en términos de método. Las acciones y decisiones de Sudhir en el trabajo de campo, son ejemplos de qué hacer y qué no hacer cuando se realiza trabajo etnográfico. Sus hallazgos sugieren que la etnografía y la economía puede complementarse, en realidad puede ser excelentes complementos, y no sustitutos. De hecho la colaboración en entre Sudhir y el economista de Chicago Steven Levitt ha generado una buena cantidad de artículos académicos que han ayudado a entender la economía al margen de la ley.
Sudhir es actualmente profesor de sociología en la Universidad de Columbia, y se ha convertido en un académico de mucho prestigio. Al final de su libro él dice un consejo que su papa le dio cuando iba a inicial su doctorado. Este consejo es muy útil para todos aquellos que quieren embarcarse en esa aventura intelectual: “escribe todos los días, visita a tus profesores con preguntas bien formadas, y siempre lee todas las lecturas recomendadas, no solo las lecturas requeridas.”
Cuando terminé de leer el libro sentí una emoción gigantesca. Me imagino que es similar a la que siente un fan del Barcelona cuando le gana al Madrid 5 – 0. Pero esta emoción va mas allá, entre otras cosas porque los afanes académicos son los que, al igual que en el caso de Sadhir, llevan la comida a mi mesa.
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